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  • LA ESQUINA

    La prisa malsana con la
    que se quiere aprobar la reforma a las pensiones le jugó una mala pasada a sus
    promotores. Tratar de meter cambios a escondidas
    tuvo sus consecuencias. La
    mayor debería ser que los
    legisladores estudiaran con
    seriedad las posibilidades
    financieras de la reforma,
    porque hay varias maneras
    de tapar hoyos, y la peor de
    ellas es haciendo uno más
    grande.